lunes, 3 de marzo de 2008

Periodismo rancio-españolista despreciando el 'cántabru'

Algunos lanzarían cuchillos contra su propia madre si fuera necesario con tal de seguir lo establecido dentro del orden reinante, o como dicen algunos 'demócratas', el orden constitucional.

Lo último que nos ha llegado a Cantabria por parte de esta ralea han sido palabras de desprecio para nuestro idioma y para todos los cántabros con el único fin de descalificar y hacer entrar en campaña a Revilla y al regionalismo tras haberse posicionado del lado socialista.


Una vez más, el españolismo trasnochado ve fantasmas de separatismo y lo intenta aplacar con burla a todo un Pueblo y a su idioma repreimido durante años dando toda una lección de ignorancia prepotente y de construcción de diglosia salvaje.









El bastardo de Jiménez Losantos nos regala unos foribundos momentos de prepotencia imperial ridiculizando a todo un pueblo y a su idioma reprimido con el único fin de meterse con Revilla (al cuál atribuye la creación de este idioma, y con un juego de humor de niño de siete años lo llama 'revillés')






Por otra parte reproducimos un artículo de 'La Razón', periodismo objetivo, serio, riguroso y sobre todo moderado, digno de este panfleto ultra-conservador y españolista:

Cantabria quiere tener lengua propia

La Consejería de Cultura del Gobierno regional presentará en abril un diccionario Castellano-Cántabro ? 10.000 trípticos ya animan al uso de palabras autóctonas

El Gobierno pretende difundir su patrimonio cultural y animar al uso del «cántabro» en el habla cotidiana.
Teresa Díez

santander- «El chon pilló una jumera y, todo birojo esquiló por la garma, rompió todas las quimas y destrozó el tapín». En el Paseo de Pereda de Santander no comprenderían esta frase, o al menos no su significado completo si no tienen en sus manos uno de los 10.000 trípticos que la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria (ADIC) ha editado con 70 palabras de origen y uso cántabro, la mitad recogidas como tal en el diccionario de la Real Academia de Española (RAE).

«El cerdo pilló una borrachera y, todo bizco trepó por la maleza rompió las ramas y destrozó el césped», entendería cualquiera con el Diccionario Castellano-Cántabro, obra de Daniel Estrada Gómez Acebo, y editado por ADIC y la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria, que se presentará el 22 de abril durante la celebración de una mesa redonda sobre «Los Bienes de Interés Cultural de Cantabria. Patrimonio Lingüístico».

Como aperitivo, ADIC -asociación que dio origen al Partido Regionalista de Cantabria (PRC), que lidera el presidente regional, Miguel Ángel Revilla- ha sacado unos folletos con 70 palabras autóctonas que titula «¡Son cántabras, son tuyas, úsalas!» para incentivar en el lenguaje habitual el uso de las palabras cántabras, según Bernardo Colsa, presidente de la Asociación. «Es la punta del iceberg de una campaña prolongada a favor del patrimonio cultural lingüístico de Cantabria», apunta.

Cumplir la ley

Según Colsa y el vicepresidente de ADIC, Jesús Maroñas, el proyecto está «íntimamente» relacionado con la legislación cántabra. Cita, así, el artículo 98.6 de la Ley de Patrimonio de Cantabria, que incluye en el apartado etnográfico «la parte inmaterial o latente, y que está formado por un caudal de prácticas y saberes transmitidos tanto por la fuerza de la costumbre como de forma oral».

Con esta normativa en la mano, los dirigentes de la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria presentaron hace unos meses una iniciativa a la Consejería de Cultura para intentar difundir parte del legado cultural relacionado con la «lengua y la lingüística» regional.

El colectivo defiende que el artículo 30 del Estatuto de Autonomía obliga a la defensa y protección de los valores culturales del pueblo cántabro, y entre ellos está lo que consideran y denominan «la lengua cántabra».

Colsa sostiene que existe un fenómeno original de Cantabria que «se diferencia del resto de los territorios que nos rodean» porque en esta región se emplean palabras autóctonas, sin tener conciencia de ello y hay que darlas «la consideración que se merecen».

La ADIC apuesta por la defensa prolongada de estos vocablos propios para «legar a generaciones futuras el acervo cultural que hemos heredado de nuestros antepasados». «Con cada una de estas palabras que se pierde, se pierde una parte material de nuestro pueblo», según Jesús Maroñas.

Cuando se convoquen nuevas subvenciones, los dirigentes de ADIC, que no es la primera vez que desarrollan iniciativas similares, tienen intención de desarrollar una segunda campaña con otro folleto informativo.

Hasta que salga a la luz el «Diccionario Castellano-Cántabro» en abril, editado por la Asociación y la Consejería de Cultura del Gobierno regional, el tríptico servirá para quitar el sinciu (deseo) de «lengua autóctona» porque tirar por la baza (retrete) el legado daría murria (tristeza) a los socios de ADIC.

Los folletos, elaborados por filólogos, según sus promotores, se distribuirán en colegios, bibliotecas, centros culturales y se entregarán en mano por la calle.

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