martes, 8 de abril de 2008

¿Quién ordeñará cuando no queden ganaderos?



03.04.2008 - Ino Puertas


El día 18 de marzo A. G. García preguntaba en una carta «¿Quién va a defender a los ganaderos? ¿Qué dice el Gobierno de Cantabria?» Retomando estas preguntas utilizo esta sección de su periódico para enviar una carta abierta al Presidente Revilla sobre la situación de la ganadería en Cantabria. Muchas gracias por la oportunidad de expresar nuestras ideas.


Presidente Revilla: ¿Quién ordeñará cuando no queden ganaderos? Esta pregunta se la hago desde el respeto al cargo que ocupa y desde mi admiración por su gran conocimiento de Cantabria y sus gentes. Pero también desde la preocupación por el futuro incierto de los 1950 ganaderos productores de leche que quedan actualmente en Cantabria. Gracias a ellos y al esfuerzo de los que ordeñaron en el pasado se han mantenido las costumbres y tradiciones de nuestra tierra.


El severo proceso de reestructuración al que se ha visto sometido el sector lechero, ha supuesto una elevada desaparición de explotaciones, Desde 1984 han cesado el 86 % de las explotaciones lácteas en España. Cantabria ha perdido 1561 explotaciones desde el año 2004. Otros sectores con orientación económico-productiva, son ahora los motores del crecimiento económico de Cantabria. Sin embargo no tienen la relevancia social de fijación de población y preservación de la cultura y tradiciones que caracteriza la ganadería.


Los problemas a los que los ganaderos tienen que enfrentarse son muchos: el relevo generacional, el endeudamiento por la compra de cuota, el cumplimiento de las directivas comunitarias, la presión urbanística, las medidas medio-ambientales, los altos costes de producción, o los bajos precios percibidos por la venta de leche entre muchos otros. Además de todos estos problemas las condiciones de trabajo son duras: el ordeño hay que hacerlo siete días a la semana y es difícil contratar ayuda porque la oferta es escasa o por que los márgenes de beneficios no lo permiten, por lo que en cualquier caso hay que involucrar a los demás miembros de la familia en la explotación para poder sobrevivir. La desaparición del sistema de cuotas en el año 2015 y la perdida patrimonial por la desvalorización de los derechos de producción, presenta un panorama preocupante, especialmente para la ganadería de las zonas de alta montaña.


Desde su Administración se han aplicado algunas medidas y programas para intentar paliar la precaria situación por la que atraviesa el sector -algunas actuaciones llevadas a cabo por la Dirección General de Ganadería han sido mas acertadas que otras- Sin embargo estos esfuerzos no parece que estén integrados dentro de un plan de choque global que permita una ganadería sostenible, respetando el medio ambiente, garantizando una renta digna al productor, cuidadosa con el bienestar animal, ofreciendo productos de alta calidad y asegurando un precio razonable al consumidor. Además el fomento de la promoción de la ganadería ecológica debiera tener mayor relevancia.


En conclusión, el futuro del sector es incierto, por eso es fundamental establecer unas nuevas normas de juego del sector que garanticen la continuidad de la ganadería. Voluntad política por su parte la hay, pero es necesario propiciar las circunstancias que lo hagan posible esa «apuesta firme y decidida por el sector lácteo». No dejemos que lo esencial se nos escape entre los dedos: incentivar y fortalecer la ganadería como agente socio-económico. De lo contrario ¿Quien ordeñará cuando no queden ganaderos?


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